Todos hablan, todos quieren hablar, pocos tienen la necesidad, muchos lo hacen. La palabra, abusada en estos tiempos, no tiene espacio de soledad, de silencio, de pensar, de re-pensar, de cuestionar, de encontrar. Se abren las puertas y sale a jugar.
La atmósfera está espesa, densa, no hay oxígeno. No importa que se dice, ni cómo, hay que decir.
Resulta paradójico, que en un país, donde la palabra fue censurada, y el silencio una imposición, hoy no se respete su libertad.
La atmósfera está espesa, densa, no hay oxígeno. No importa que se dice, ni cómo, hay que decir.
Resulta paradójico, que en un país, donde la palabra fue censurada, y el silencio una imposición, hoy no se respete su libertad.
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