No todo es lo que parece

En diferentes oportunidades he oído experiencias y visiones de personas que habían ido a Cuba. En cada discurso que escuchaba, siempre, había una similitud: la falta de libertad que hay en el comunismo y la pobreza en la que viven los cubanos.

Plaza de la Revolución, La Habana, Cuba (2016)


En algún aspecto, y luego de haber tenido mi experiencia en el país caribeño, puedo coincidir con alguna apreciación de las que he escuchado, no en todas, ni en términos generales, pero que, en  fin, me conducen a preguntar,  ¿Cuán libres somos dentro del sistema capitalista y cuanto no son los cubanos en el régimen comunista?

Por aquí, el capitalismo expone un ideal  en el que todos tienen la posibilidad de ascender en la escala social. Sin embargo, el sistema capitalista necesita de los pobres para subsistir. Esta necesidad produce la imposibilidad a una gran cantidad de personas de decidir por su destino.

Dentro de esa primera idea, se podría puntualizar en la salud; el acceso a una cobertura digna debiera ser un derecho pero, en variadas ocasiones, termina siendo un privilegio de un reducido sector social.
En contraposición, los cubanos tienen cubierta la salud, de manera gratuita. “acá te operan gratis, de cualquier enfermedad. Tenes cubierto el traslado, la internación, todo. No importa donde vivas, siempre habrá un centro de salud bien equipado, sino te trasladan a La Habana.” Expresaba una mujer cubana en Trinidad.

Por estos lares,  teniendo salud pública, ocurre que hay personas que continúan quedando aisladas debido a que los hospitales con buena infraestructura siguen atendiendo, únicamente, en las grandes ciudades del país. A su vez, la medicina privada, un negocio repartido en pocas manos, también determina la salud de las personas, al momento de decidir que tratamiento cubre y cual no.

Sin embargo, en Cuba, los cubanos viven con lo justo. Sus diez dólares o CUC (cambio único convertible) mensuales, no les saca su sonrisa entrañable, pero los obliga a subsistir y no poder proyectar un sueño.
“Queremos poder trabajar de lo que estudiamos, acá nos preparan, pero, ¿para qué? No podemos proyectar un sueño. El que quiere tener su propia casa, no lo puede hacer, quien quiere viajar por el mundo, no puede hacerlo, el que quiere trabajar y vivir de lo que estudió, no puede porque no alcanza con lo que nos pagan, entonces tenemos que realizar otras cosas para poder subsistir.” Esto comentaba Mario, cubano de 55 años, quien estudio economía y que, junto a su esposa que es médica, debieron dedicarse a alquilar parte de su casa a los turistas.

Por aquí, muchos chicos trabajan en talleres textiles clandestinos y otros tantos son amenazados por la policía para robar, y quienes se niegan a hacerlo, sus familiares los están buscando. Muchas mujeres desaparecen de sus casas y de sus vidas para beneficiar económicamente a redes de prostitución que deciden sobre su destino para brindarles un servicio a hombres, quienes le ponen precio a su cuerpo.



Allá, los pibes están cubiertos y protegidos. Con sus uniformes escolares, todos van, diariamente, a la escuela. El estado, cada comienzo de año académico, les proporciona útiles escolares a cada chico.  En contraste, sus madres y hermanas debido a la necesidad económica deben prostituirse, desde una perspectiva capitalista, para “conseguir cuc”, como dicen ellos. Aunque, para la visión del cubano, eso es aceptable.

En esta parte del mundo, la droga nos sigue matando a los jóvenes, que tenían un sueño pero que la realidad no les permitió vivirlo.  A esos chicos nadie los protegió, y la droga y el sistema los mató. 
En Cuba, la droga está penada con varios años de cárcel, no obstante, los cubanos no permiten su inserción en la sociedad, ya que consideran que aceptándola se rompería lo construido culturalmente.  Por eso allí, los pibes solo piensan en jugar.

Pero, en oposición, los cubanos están limitados a satisfacer sus necesidades básicas por la libreta de abastecimiento, que muchas no abastece. “cuando tenemos que comprar algo que no nos dan en la libreta nos cobran en CUC, y es imposible conseguirlo.”



Por este lado, el capitalismo nos proporciona una libertad ilusoria, cuando nos sentimos libres por poder consumir lo que creemos que necesitamos. Sin embargo, se nos crea una necesidad de artículos innecesarios que consumimos y que lo compramos con el “tiempo que trabajamos”, como expresa José Mujica. Desde esta posición, muchas veces, se juzga al sistema cubano.


 En fin, en referencia a la pregunta disparadora del tema, nada es como parece a simple vista. Cuba no es, simplemente, las playas, los hoteles all inclusive (que incluyen todo lo que no se necesita para conocer a un pueblo y su cultura), sino que pasan otras cosas interesantes. Aunque, también hay un pueblo de hombres y mujeres que luchan, cotidianamente, contra las injusticias deseando tener la posibilidad de cumplir sus sueños. En el capitalismo, continúa habiendo una gran cantidad de personas que aún reclaman por sus derechos, que para algunos son privilegios. 







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