Conexiones

El colectivo absorve personas. Una niña sonríe, mientras su padre la sostiene con ambas manos. La radio anuncia distintos cortes programados. Un joven no tiene carga en la sube, quiere subir pero el colectivero lo rechaza. El muchacho reclama por un crédito, el sistema se lo niega. Las puertas se cierran, la exclusión se presenta en todo momento; "Si no tenés no subis, la tarjeta es personalizada." exclamó el señor transportista.

Miras a tu alrededor. Sentís. Pensás. A cada segundo, siempre, algo sucederá. Es cuestión de conectar, de prestar atención.

Desde un auto, que frenó y provocó la irritación de los taxistas, desciende un muchacho, quien suplica paciencia. Los automovilistas imponen las leyes, ese pibe debe ser castigado, irrumpió su habitat. Al ritmo de las bocinas, anuncian su condena. La orquesta se amplía, se suman los colectiveros, mientras los ciclistas se escurren entre los pasillos intervehiculares. De esta manera, transcurre esa escena. Por un largo tiempo, la calle dispone de sus peores músicos.

No obstante, la vida continua, mira y no frena. En alguna otra esquina de la ciudad, un músico, con su guitarra, estará conectando con aquel joven que lo escucha y le pide: "Ahora, tocá una que salga del alma", mientras golpea fuertemente sus manos para felicitarlo.

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